ZOZOBRA
1919
1919
Hoy
como nunca
Hoy como nunca, es venerable tu esencia
y quebradizo el vaso de tu cuerpo…
1917
y quebradizo el vaso de tu cuerpo…
1917
Transmútase
mi alma
…y te respiro como a un ambiente
frutal; como en la fiesta
del Corpus respiraba hasta embriagarme
la fruta del mercado de mi tierra.
1916
frutal; como en la fiesta
del Corpus respiraba hasta embriagarme
la fruta del mercado de mi tierra.
1916
El
viejo pozo
…también se retrataban en el pozo
aquellas adorables señoras en que ardía
la devoción católica y la brasa de Eros.
1916
aquellas adorables señoras en que ardía
la devoción católica y la brasa de Eros.
1916
Tu
palabra más fútil
…como vas tras el alma, por la holgura
de un patio regional, el cortesano
séquito de plomas que codicia
la gota de agua azul y el rubio grano.
1916
de un patio regional, el cortesano
séquito de plomas que codicia
la gota de agua azul y el rubio grano.
1916
Para el
cenzontle impávido
No serían los clásicos minuciosos psicológicos,
pero atinaban con el mundo elementa
y daban a las cosas sus nombres.
Respondamos nosotros, los necios y cobardes
que en la noche tememos aventurar la mano
afuera de las sábanas.
1916
pero atinaban con el mundo elementa
y daban a las cosas sus nombres.
Respondamos nosotros, los necios y cobardes
que en la noche tememos aventurar la mano
afuera de las sábanas.
1916
Que sea
para bien
…y yo bebo
del licor que tu mano me depara.
1916
del licor que tu mano me depara.
1916
El
minuto cobarde
Obesidad de aquellas lunas que iban
rodando, dormilonas y coquetas,
por un absorto azul
sobre los árboles de las banquetas.
1916
rodando, dormilonas y coquetas,
por un absorto azul
sobre los árboles de las banquetas.
1916
La
mancha de púrpura
En el bosque de amor, soy cazador furtivo.
1916
1916
Introito
De aquella planta que regamos juntos
eran cofrades la senil vihuela,
los pupitres manchados de la escuela,
la bíblica muchacha que adoraste…
1916
eran cofrades la senil vihuela,
los pupitres manchados de la escuela,
la bíblica muchacha que adoraste…
1916
Día 13
…mi corazón oscurantista clama
a la buena bondad del malagüero…
1917
a la buena bondad del malagüero…
1917
No me
condenes
¿Olvidarás acaso, corazón forastero,
el acierto nativo de aquella señorita
que oía y desoía tu pregón embustero?
1916
el acierto nativo de aquella señorita
que oía y desoía tu pregón embustero?
1916
Despilfarras
el tiempo
Tu destino y el mío, contrapuestos,
vuelvan el apogeo de la vida…
1916
vuelvan el apogeo de la vida…
1916
Himeneo
Y la agobiada mano agricultora
sumérgese en el raso de la espalda,
como la Tradición en el dechado
de la Aurora.
1917
sumérgese en el raso de la espalda,
como la Tradición en el dechado
de la Aurora.
1917
Las
desterradas
Ya la provincia toda
reconcentra a sus finas hijas en las caducas…
1917
reconcentra a sus finas hijas en las caducas…
1917
Mi
corazón se amerita
Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.
(…) y habrá en mi corazón la llama que le preste
el incendio sinfónico de la esfera celeste.
1917
Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.
(…) y habrá en mi corazón la llama que le preste
el incendio sinfónico de la esfera celeste.
1917
Dejad
que la alabe
(…) barro para mi barro
y azul para mi cielo.
1917
y azul para mi cielo.
1917
Tus
dietes
Bajo las sigilosas arcadas de tu encía,
como un acueducto infinitesimal,
pudiera dignamente el más digno mortal
apacentar sus crespa ansias…hasta que truene
la trompeta del ángel en el Juicio Final.
1917
Bajo las sigilosas arcadas de tu encía,
como un acueducto infinitesimal,
pudiera dignamente el más digno mortal
apacentar sus crespa ansias…hasta que truene
la trompeta del ángel en el Juicio Final.
1917
Memorias
del circo
(…) en el talento necio
del domador aquel que molestaba
a los leones hartos, y en el viudo
oscilar del trapecio…
1917
del domador aquel que molestaba
a los leones hartos, y en el viudo
oscilar del trapecio…
1917
Tierra
mojada
Tardes en que, oxidada
la voluntad, me siento
acólito del alcanfor,
un poco pez espada
y un poco San Isidro Labrador.
1917
la voluntad, me siento
acólito del alcanfor,
un poco pez espada
y un poco San Isidro Labrador.
1917
Como en
la salve
¡Señor, tú que colocas
resina en la corteza impenitente
y agua entrañable en las adustas rocas,
hazme casto y humilde para poder llorar
la bienaventuranza de aquel llanto desecho
que fertiliza y lava el pecho,
y verás como mi alma se atavía
y trueca se congoja en alborozo
para escalar los muros de Antioquía!
1917
resina en la corteza impenitente
y agua entrañable en las adustas rocas,
hazme casto y humilde para poder llorar
la bienaventuranza de aquel llanto desecho
que fertiliza y lava el pecho,
y verás como mi alma se atavía
y trueca se congoja en alborozo
para escalar los muros de Antioquía!
1917
La
estrofa que danza
Guarismo, cuerda y ejemplar figura:
tu rítmica y eurítmica cintura
nos roba a todos nuestra flama pura.
1917
tu rítmica y eurítmica cintura
nos roba a todos nuestra flama pura.
1917
La
doncella verde
En la quieta impostura virginal de la noche
que cobija al amor con un tenue derroche
de luceros, padrinos del erótico abrazo…
1917
que cobija al amor con un tenue derroche
de luceros, padrinos del erótico abrazo…
1917
El
retorno maléfico
Alguna señorita
que canta en algún piano
alguna vieja aria…
que canta en algún piano
alguna vieja aria…
Como
las esferas
Y que dejabas en i idilio proletario
y en mi corbata indigente,
cual u aroma dúplice, tu ternura naciente
y tu catolicismo milenario…
1917
y en mi corbata indigente,
cual u aroma dúplice, tu ternura naciente
y tu catolicismo milenario…
1917
A las vírgenes
¡Vírgenes fraternales: me consumo
en el álgido afán de ser el humo
que se alza en vuestro aceite
a hora y a deshora!
en el álgido afán de ser el humo
que se alza en vuestro aceite
a hora y a deshora!
El
mendigo
Saboreo mi brizna heteródita, y siente
mi sed la cristalina nostalgia de la fuente.
mi sed la cristalina nostalgia de la fuente.
Fábula
dística
En el morado foro episcopal
eres el árbol del bien y del mal.
(…) La pobre carne, frente a ti, se alza
como brincó los dedos divinos;
religiosa, frenética y descalza.
1918
eres el árbol del bien y del mal.
(…) La pobre carne, frente a ti, se alza
como brincó los dedos divinos;
religiosa, frenética y descalza.
1918
Hormigas
Antes que tus labios mueran, para mi luto,
dámelos en el crítico umbral del cementerio
como perfume y pan y tóstigo y cauterio.
1917
dámelos en el crítico umbral del cementerio
como perfume y pan y tóstigo y cauterio.
1917
La niña
del retrato
Tus cinco años son cinco bujías
a cuya luz del alma llora.
1918
a cuya luz del alma llora.
1918
Idolatría
Idolatremos todo placer,
gozando en la mirífica mujer.
gozando en la mirífica mujer.
La
lágrima
Encima
del soltero dolor empedernido
(…) Encima
del apetito nunca satisfecho.
del soltero dolor empedernido
(…) Encima
del apetito nunca satisfecho.
Anima
adoratriz
Orean mi bautismo asen alma y carne vivas,
las ráfagas eternas entre las fugitivas.
1919
las ráfagas eternas entre las fugitivas.
1919
A las
provincianas mártires
Tu incendio es la basílica
en que se ahoga la virgen deshecha.
en que se ahoga la virgen deshecha.
La
última odalisca
Voluptuosa melancolía:
en tu talle mórbido enrosca
el placer su caligrafía
y la muerte su garabato,
y en un clima de ala de mosca
la lujuria toca a rebato.
1919
en tu talle mórbido enrosca
el placer su caligrafía
y la muerte su garabato,
y en un clima de ala de mosca
la lujuria toca a rebato.
1919
El
candil
Tu alta oración animas
con el genio de los climas.
1918
con el genio de los climas.
1918
Todo
Si digo carne o espíritu,
paréceme que el diablo
se ríe del vocablo;
más nunca vaciló
mi fe si dije “yo”.
paréceme que el diablo
se ríe del vocablo;
más nunca vaciló
mi fe si dije “yo”.
Jerezanas
Jerezanas,
panes benditos,
por vosotras, el Miércoles de Ceniza, simula
el pueblo una gran frente llena de Jesuitas.
panes benditos,
por vosotras, el Miércoles de Ceniza, simula
el pueblo una gran frente llena de Jesuitas.
Te
honro en el espanto
Y porque eres, Amada, la armoniosa elegida
de mi sangre, sintiendo que la convulsa vida
es un puente de abismo en que vamos tú y yo,
mis besos te recorren en devotas hueras
encima de un sacrilegio Marito de calaveras
como sobre una erótica ficha de dominó.
de mi sangre, sintiendo que la convulsa vida
es un puente de abismo en que vamos tú y yo,
mis besos te recorren en devotas hueras
encima de un sacrilegio Marito de calaveras
como sobre una erótica ficha de dominó.
Disco
de Newton
Un ángel que derrama su tintero.
Humildemente
“Todo está de rodillas
y en el polvo las frentes;
mi vida es la amapola
pasional, y su tallo
doblegase efusivo
para morir debajo de tus ruedas.”
y en el polvo las frentes;
mi vida es la amapola
pasional, y su tallo
doblegase efusivo
para morir debajo de tus ruedas.”
ANALISIS
En Zozobra, se deja ver el Ramón López Velarde despidiéndose
de Josefa de los Ríos, quien fuese Fuensanta y su ideal de mujer perfecta, con
el que, más adelante, llega a comparar a la nación perfecta y delicada con una
mujer.
En este libro, Velarde toca un amor que quema hasta los
huesos, poemas en los que se deja ver un sentir culto, místico y a la vez
pagano. En ellos, los sentidos se agudizan
y las imágenes, sencillas como fuertes, son participes del tenue roce de
la infancia así como del sensualismo que él mismo encarna, sin que falten sus
católicas expresiones bíblicas de un Jesús lejano.
Se dice que, además de Fuensanta, Velarde cortejaba con
Margarita, hermana de Alejandro Quijaro.
Margarita es la protagonista de Zozobra y del enigma del amor más impetuoso y más enigmático e toda la prosa mexicana. La frustración de este gentilismo, dio vida a sus mejores letras y lo llevo a aferrarse, ya no a Fuensanta sino a un recuerdo fantasmal.
Es válida esta justificación, ya que su hermano, el Dr. Jesús López Velarde dice: “Ramón tuvo otro amor en plena juventud: Margarita Quijaro. Al punto de pedirle que se casara con él” (Entrevista con Guadalupe Appendini, Excélsor, 2 de febrero de 1971).
Margarita es la protagonista de Zozobra y del enigma del amor más impetuoso y más enigmático e toda la prosa mexicana. La frustración de este gentilismo, dio vida a sus mejores letras y lo llevo a aferrarse, ya no a Fuensanta sino a un recuerdo fantasmal.
Es válida esta justificación, ya que su hermano, el Dr. Jesús López Velarde dice: “Ramón tuvo otro amor en plena juventud: Margarita Quijaro. Al punto de pedirle que se casara con él” (Entrevista con Guadalupe Appendini, Excélsor, 2 de febrero de 1971).
Su segundo amor, el más humano, fue María Magdalena Nevares
Cázares a quien Velarde nombraría María y/o Magdalena en su poesía.
La conoció en la casa del senador porfirista don Francisco Albésztegui, en San Ángel, D.F.
Mantuvieron relación de 1912 hasta 1921, fecha en que murió el jerezano.
La conoció en la casa del senador porfirista don Francisco Albésztegui, en San Ángel, D.F.
Mantuvieron relación de 1912 hasta 1921, fecha en que murió el jerezano.
Por otra parte, Pedro de Alba escribió: “Sé el nombre de
alguna muchacha de Aguascalientes, que es la que se refiere en “No me condenes”,
noviazgo efímero y pasajero…” (“Las mujeres y los amigos de Ramón López
Velarde”).
Desde otra perspectiva de la época del poeta, la revolución
dejó un atavío discreto pero frecuente en su obra; después de su firme y
temprana adhesión a Madero, en sus artículos políticos seguirá el tramposo
camino de la política mientras que, en su obra, deja leer un tanto amorfas, las
consecuencias de aquella revuelca social que más le teñían.
Jerez fue uno de los lugares más sufrido durante la
revolución. La batalla y la toma de Zacatecas en junio de 1914, le reventaron
el alma por la injusta muerte de su tío, el sacerdote Inocencio López Velarde,
quien lo bautizó. Y una reacción colateral fue la famosa batalla de la toma de
Villa de Jerez por el general Panfilo Natera.
El drama melancólico de las jerezanas que López Velarde
prefería, con ternura y amor, fue explicado por Eugenio del Hoyo: “Algunas
familias de posibles iban a pasar temporadas a Zacatecas: cuando tenían noticia
de que el peligro se alejaba, volvían a Jerez para salir de nuevo bajo alarma.
Llegó un momento en que la vida en Jerez se hizo imposible, y entonces no sólo
los ricos, sino las gentes de la clase media; los artesanos y muchísimas gentes
abandonaron el pueblo” (Jerez de López Velarde, 1956).
Además, nos revela su fascinación por el amor y la muerte
con una tremenda cercanía con la melancolía, con esta ambivalencia, unión de
los opuestos que es sumamente característica en este poeta; vida y muerte son
las dos caras de su misma moneda.
“La muerte lo aterra como fin o extinción del hombre; y
simultáneamente, lo seduce porque es el elemento abismal del abrazo” (Octavio
Paz, “El camino de la pasión (Ramón López Velarde)).
Velarde no encontró la “hurí” –término que él mismo usaba
para designar a la criatura de un
paraíso en que los bienaventurados pueden, sin culpa, dar rienda suelta a su
sexualidad- capaz de permitirle conocer el absoluto amor que vuelve a los
opuestos complementarios. Todo esto influenciado por su religión: el
catolicismo y su ambivalencia, entre ser o hacer, para poder amar en plenitud a
la mujer que era su ideal: Fuensanta.
De esa terrible dualidad nació la plenitud del jerezano.
De esa terrible dualidad nació la plenitud del jerezano.
“El barroquismo del lenguaje de Ramón, se origina en el
deseo de expresar con delicadeza, situaciones eróticas e intimidades
indecibles.”
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